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Noticias Criptomonedas Las predicciones felices de Marc Andreessen sobre la IA

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Marc Andreessen, como socio principal de la sociedad de capital riesgo Andreessen Horowitz, vive de acertar en sus predicciones. Invirtiendo en aquellas ideas o proyectos que considera configuradores del futuro, hace ese futuro. Es un colonizador del futuro. Una de las principales armas de la colonización es dibujar Arcadias: paraísos armoniosos. Eso sí, a partir de una dimensión u objeto en el que hay que creer. Un objeto en el que los colonizadores creen y en el que quieren que todos crean. En este caso, ese objeto de referencia es la inteligencia artificial (IA). Un objeto o cesto en el que cabe suponer que Andreessen Horowitz han puesto muchas manzanas. Y no precisamente de Apple.

Marc Andreessen y sus predicciones sobre la IA

La diferencia entre un oráculo clásico y un gurú tecnológico del siglo XXI dedicado a invertir en predicciones es la concreción del tiempo. El primero realiza sus descripciones del futuro prácticamente sin fecha. A lo sumo, señala fenómenos astronómicos como disparo de salida de las transformaciones anunciadas. Sin embargo, las predicciones de los inversores tienen plazos precisos, pues se constituyen en el máximo plazo para la obtención de beneficios de la inversión. En este caso, el plazo se sitúa en 2034. Un plazo relativamente corto. Más corto que la mayor parte de las hipotecas firmadas durante este año.

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Como en todo paraíso que se precie, en el dibujado por Andreessen, se trabaja poco o nada. De momento, ese horario de ocho horas, que tiene su versión anglosajona en el horario de 9 a 5, parece condenado. Habrá que trabajar bastante menos y, eso sí, sin horarios. Tal vez sin tener en cuenta los ciclos que entrelazan días laborables y fines de semana. Manteniéndonos en el tono arcádico, habrá que pensar que los festivos, aunque sea sin mayor celebración que la ausencia del sudor de la frente laboral, dominarán el mundo. El sudor de la frente ya sólo se producirá en el gym o el running. Es la IA la que trabajará.

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Dados los campos productivos en los que, hasta ahora, se ha introducido la IA y los que están haciendo demandas de proyectos basados en esta tecnología, parece lógico pensar que tal futuro es propicio para el sector servicios. En especial, para el sector servicios altamente cualificado: medicina, consultoría, ingeniería, periodístico, creación de contenidos, etc.

Tareas repetitivas

Como una especie de Carlos Marx del siglo XXI, Marc Andreessen apunta nuestras jornadas futuras. El filósofo alemán dibujaba un futuro en el que se distribuían las horas del día de manera igualitaria entre el trabajo, la creación y el descanso. Pues bien, Andreessen perfila un amplio espacio para la originalidad y la creación. La inteligencia artificial se encargará de las tareas repetitivas, mientras los humanos nos dedicaremos gozosamente a la creación. Estamos abocados a formar parte de la clase creativa, como la denomina Richard Florida, si queremos tener valor en el mercado. Cuanto más creativo, mejor. Como si la creatividad fuese una especie de talento que viene de fábrica, con el nacimiento, sin esfuerzo alguno. Todos artistas gracias a la IA. Seguro que, como en todo proceso de igualación, habrá unos más iguales que otros. Unos más artistas y creativos, que otros.

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Es imposible que una predicción realizada en tono conversacional lo abarque todo, dibuje ese mundo de futuro al completo. Pero hay detalles claves que quedan a un lado de la predicción. Por ejemplo, cómo se distribuirán los beneficios económicos derivados de la enorme ganancia en productividad generada por la IA. De hecho, hay, al menos, dos grandes modelos en liza, asumiendo la menor necesidad de tiempo colectivo a dedicar al trabajo-empleo. Por un lado y quedándonos sólo en los polos, un modelo que se aproxima al estado de bienestar escandinavo. Por otro lado, un estado asistencial en el que se procura un mínimo de subsistencia a la gran mayoría de la población.

En segundo lugar, Marc Andreessen sitúa su referencia a la IA especialmente en sectores profesionales, altamente cualificados. Sin embargo, las aplicaciones de la IA parecen todavía alejadas de sectores productivos tan esenciales como el primario. Cabe imaginar a tractores tan autónomos como los actuales robots cortacésped. También drones que recojan con cuidado las frutas de los árboles o robots que pesquen como descosidos en los océanos.

La comida

Pero hay otras muchas tareas en ese sector, que son difíciles de automatizar. Incluso para la IA. Algunas veces se nos olvida que, además de pensar, también comemos. Tal vez, para ese 2034, la mayor parte de lo que comamos provenga de lugares distintos al campo tradicional. Sitios como enormes fábricas-granjas-laboratorios.

Quizá por eso, en sitios como Cantabria, han convertido por decreto el terreno cultivable en urbanizable, en lo que está llamado a llegar a ser en el gran pelotazo español de ese primer cuarto de siglo, para mayor beneficio de grandes fortunas, grandes fondos de inversión y grandes empresas constructoras, con el inestimable soporte de los fundamentales partidos políticos de la región. Comeremos lo que traigan de otros sitios. O ladrillos e IA, si estos otros sitios empiezan a poner muy cara su comida.

Cuando los tecnólogos son los que hacen predicciones sobre hacia dónde va la sociedad -en lugar de filósofos, economistas o sociólogos- tienden a caer en lo que se conoce como determinación tecnológica. Es decir, toman una específica técnica o tecnología como una variable independiente fuerte, convirtiendo al mundo en una gran variable dependiente. Situación dependiente y pasiva que incluye a la sociedad y sus sujetos.

Se dejan a un lado las muy variadas reacciones que los sujetos y sus circunstancias pueden levantar. Andreessen es un colonizador del futuro; pero hay ocasiones en que los colonizados sienten tan ajeno -alienante, extraño, opresor, explotador, depredador, etc.- ese futuro que se plantan. Hay múltiples ejemplos históricos de esto. Los colonizados sienten que, por muchas promesas de felicidad que contenga ese futuro colonizador, rompe con sus tradiciones, sus rutinas o su identidad. Entonces, empiezan a generar ruido y, por tanto, complejidad en lo que era un modelo de felicidad.

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Tal vez el futuro “esté ahí”, donde señalan los colonizadores de futuro; pero ellos, indígenas nativos y quizá hundidos en centenarias formas de estar en el mundo, lo sienten como ajeno. Buena parte de la modernidad ha sido esto, un enfrentamiento entre propuestas de mundos futuros y resistencias a tales configuraciones del mañana.

Prudencia

La determinación tecnológica se establece sobre modelos lineales, simples, lisos. Después, la realidad se encarga de arrugar e introducir complejidad a tales modelos. A favor de Marc Andreessen se encuentra su propia historia de predicciones. Esto da confianza. Entre ellas, el gran papel de internet, cuando apenas balbuceaba esta tecnología. De hecho, fue cofundador de Netscape, una de las empresas pioneras en la creación del ecosistema de internet. También predijo el salto cualitativo que iba a suponer Facebook y, por ende, las redes sociales; o la notable relevancia que iba a tener Airbnb en nuestras prácticas turísticas.

Las predicciones de Marc Andreessen merecen ser escuchadas. Como siempre, desde la prudencia. Pueden considerarse fundamentadas. Muy distintas a las que hacían los oráculos o adivinos. Pero llegan noticias de que un asteroide, denominado 2024 PS1 y del tamaño de una casa, se dirige hacia la Tierra. Sin precisar la NASA, que es la institución que ha detectado el asteroide, si la casa es del tamaño de una choza o un superpalacio.



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