En un reciente post en su sitio web, Amazon ha hecho balance de su experiencia con los robots, donde se destaca el importante protagonismo de los mismos y, a su vez, el mantenimiento del empleo. Un balance que abarca diez años en los que los robots clasifican los paquetes, mueven los productos y mejoran la seguridad de los trabajadores. Un balance que tiene un evidente mensaje: ahora que todos se lanzan a la IA, Amazon ya estaba ahí. En pocas palabras: mostrar en la esfera públicas de las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) que también «tienen su IA».
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En este sentido, el servicio de nube computacional Amazon Web Services (AWS) anunció recientemente que está trabajando en una solución de 100 millones de dólares para alcanzar a Microsoft y Google en el mercado de la inteligencia artificial generativa. Bajo el nombre de Centro de Innovación de IA Generativa de AWS, Amazon quiere construir soluciones adaptables a las necesidades de sus clientes.
Amazon IA
La historia de Amazon con la IA empieza en 2012, con una importante inversión por el gigante de la distribución de consumo online. Adquirió la compañía especializada en robótica Kiva. En el post, lo denominan «apuesta». Esta fue su apuesta para el aumento de la productividad. Desde entonces, sus almacenes han incorporado más de medio millón de robots y más de un millón de trabajadores. Con ello, dicen demostrar la invalidez del esquema tecnología o gente. Eso sí, siempre que se vaya creciendo. Siempre que haya capacidad para una reproducción ampliada del capital.
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Dentro de la positividad que caracteriza a estos mensajes corporativos, hay que apuntar los campos de reflexión que abre. Por un lado, las dificultades para diseñar máquinas y espacios en los que humanos y máquinas puedan interactuar de forma segura. En este aspecto, presentan la máquina Proteus, diseñado para moverse alrededor de los empleados. Es el robot, junto con el modelo Cardinal, encargado de mover los objetos pesados. Cardinal, con lo que denominan el uso de IA avanzada, es capaz de seleccionar, apilar, trasladar o levantar paquetes, a partir de la lectura de sus etiquetas.
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De momento, la separación de funciones parece clara. Lo peligroso, pesado y que tiene algún riesgo, preferentemente para los robots. El resto, para los humanos. Pero las interacciones máquina-humano no se limitan a un reparto de paquetes ¿qué pasará con el reparto de las vacaciones?
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